Cortamos unas hojas de lombarda y las metimos en el mortero con una cierta cantidad de alcohol. Las machacamos y filtramos el líquido obtenido de color morado. Ese líquido es el que nos sirvió como indicador, y lo repartimos en cinco tubos de ensayo. Posteriormente, en un tubo vertimos HCl, en otro NaOH, en otro vinagre, en otro zumo de limón y en el otro amoníaco, obteniendo distintos colores.
No obstante, lo mejor de la práctica fueron las mezclas de Jaime, en las que obtuvimos una gran variedad de colores, siempre supervisado por un profesional.
En los próximos días iremos informando sobre más prácticas del laboratorio, ahora que ya le cogimos el truco.
Un saludo, Amigos de la Ciencia.
Fernando y Pablo
Vuestra entrada me parece muy interesante, y la información es muy útil.
ResponderEliminarSaluedo desde México.